jueves, 19 de febrero de 2015

Oniria Server 1




Backup #1      Shadow_Nyx

Los internautas me llaman Shadow_Nyx. Los archivos policiales también. Algunos me describirían como una friki o una geek, otros como una genio antisocial y ninguno de ellos se equivocaría.
            En la madrugada del primer día del año dos mil cien, las calles de Basilea observan mi caminar mientras juerguistas y borrachos montan bullicio en cada esquina. Al cruzar la línea brillante que delimita la acera con la aerocarretera, las luces rojas indican que un peatón va a cruzar la calle. Todos los deslizadores se quedan detenidos según llegan a la luz, permitiéndome el paso a través de la niebla que mana de los hiperpropulsores para enfriarse. Un obvio escalofrío recorre mi cuerpo por la espina dorsal y acelero el paso, me quedan pocos metros para llegar a mi destino. 

            No soy demasiado alta, complexión delgada, curvas poco pronunciadas. Mi cabello negro, que normalmente llega a la altura de mis caderas, está recogido en una coleta, a excepción del flequillo: me viene bien para intimidar. ¿Qué más puedo decir? Tez blanca, ojos negros rasgados y unos labios pálidos y carnosos. Al son de mis pasos, las cremalleras de mi chaqueta de cuero negro tintinean a pesar de que mis manos, dentro de los bolsillos de la chaqueta, reducen ligeramente el movimiento. También llevo pantalones vaqueros negros ajustados y zapatillas de deporte azul marino. Mi look, tan oscuro como mi nick, me permite llamar poco la atención y caminar sin preocupaciones en la oscuridad. 

            El aún húmedo pedregal que había al otro lado del cruce hace que la suela de mis zapatillas emita sonidos desagradables, así que, irritada, decido cambiar de calle a tenor de caminar un poco más. Saco mi mano derecha del bolsillo y la abro para ver una pequeña llave de acero que tenía las iniciales S.N. grabadas, melladuras y algunas manchas de sangre. Es un preciado tesoro cuya consecución me ha supuesto pagar un alto precio: la vida de mi hermana gemela. 

            Ya consigo vislumbrar el lugar al que me dirijo. Como si alguien en mi cerebro hubiera detectado que he pensado en mi hermana, las emociones y los recuerdos que sentía hace apenas veinte horas se disparan en mi mente. Mi hermana y yo éramos unas niñas mimadas, lo admito. Nuestros padres nos dieron cada lujo y capricho que podamos haber deseado. Todos los juguetes y videojuegos de último modelo, cámaras tridimensionales que ni si quiera habían salido al mercado, aerodeslizadores que no podríamos usar legalmente hasta años después y barcos-submarino prohibidos en el río y que nunca pudimos llevar al mar. Todo ello lo hacían para no aburrirnos en nuestra gigante mansión mientras ellos viajaban por todo el planeta, así como a la Luna, Ares y Zeus en cuanto la tecnología estuvo preparada. Pero el calor familiar no se paga con dinero. Y nosotras lo necesitábamos desesperadamente.

Al llegar al sitio, mis pasos se detienen. Me agacho y miro la inscripción grabada en la boca de la alcantarilla: BASEL KANALISATION. Al lado vuelvo a distinguir, grabadas con un pequeño láser, las siglas S.N. Al levantar la mirada vislumbro las luces de una catedral gótica que parecía haber sido tomada por máquinas, sin duda, este es el lugar. De sus torres y arcos apuntados salían centenares de cables que, junto a un sinfín de condensadores de tensión y armazones de hierro y metal, conferían a la catedral la apariencia de las piernas de un mecha. Como los de los anime de antes.  ¿Acaso tengo que bajar a las cloacas como un villano de cómic? Un tanto desorientada, me siento en el suelo y tomo de mi bolsillo una palanca hidráulica. Tienen un tamaño reducido y son muy útiles para… Introducir un extremo por el orificio de la alcantarilla y enganchar el otro al suelo, como hago ahora. De él salen unas pequeñas garras de titanio para asegurar la sujeción. Al pulsar el botón suena un pitido profundo y grave. El extremo en el orificio empieza a vibrar y en pocos segundos levanta la tapa, en absoluto silencio. 

 -Hallo, du schlampe! 

Sin tener tiempo a reaccionar, un borracho me tira una botella de cerveza a los pies. 


-Prost Neujahr!

Antes incluso de que la cerveza me salpicara por completo, un acto reflejo mueve mi mano y le disparo un dardo al hombre. Su acto de ebria valentía al salir de casa en manga corta hace que mi dardo le dé en la tripa que asoma por encima de su cinturón. Una lástima, yo quería darle más abajo. 

            Mientras el desgraciado se retuerce por la potente descarga eléctrica que mis dardos propinan, me concentro de nuevo en la boca de la alcantarilla. Al asomarme y esperar ver un túnel negro con escaleras hacia abajo, me ha sorprendido ver un hueco cegado con cemento, con agua anegada y maloliente en los bordes. No es agradable, llamadme repipi si queréis, pero logro achicar el agua con mis manos. Parece haber cuerpos extraños y viscosos en ella, por lo que prefiero no mirar y aguantar la respiración. Tras acabar, en medio del cemento, puedo ver una cerradura de titanio que sobresale unos milímetros. Introduzco la llave y, tras respirar hondo un par de veces, giro hacia la derecha.

            Siento un profundo sonido bajo la tierra. Un sonido de maquinaria pesada funcionando, engranajes desperezándose, luego un sonido similar a una polea oxidada girando y finalmente un siseante silbido de vapor. Precisamente el tipo de maquinaria que se solía usar cerca del siglo pasado. Creía que ya había acabado, pero un último y tímido clic rompe el silencio, cuando el pomo del portón de la catedral cae, empujado por un pomo metálico y brillante, sin cerradura.

            Tratando de quitar la cara de sorprendida que se me había quedado, me incorporo y me acerco al inconsciente tipo del suelo, cuya cabeza había quedado medio hundida en el agua de un charco, donde una rata bebía con avidez. Le extraigo el dardo, son valiosos a pesar de poder cubrir sin problemas sus gastos de producción. Tras limpiar la punta en mi pantalón y guardarlo, alcanzo rápidamente el portón de la catedral, imponente por su tamaño e irónicamente, apuntando con todos sus vértices hacia el cielo. Las catedrales góticas son una buena metáfora de lo que estoy a punto de encontrar.
 

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